Rica Vicky (I) – El Tackle con amor




Para expresar los sentimientos de amor y de compasión los seres humanos son capaces de todo. Un chocolate, un beso, un abrazo y ¿por qué no? Un tackle.


La damisela del cuento de hadas no tiene nombre o nadie lo sabe, peor aun nadie se acerca a ella, excepto los malandros que la saludan con una amorosa recordada de madre o una cariñosa patada mosquito (sí, esas las igualitas a las de Matrix y Street Fighter).


A diferencia de Blanca Nieves, Rapunzel o la Harapienta (bueno, con esta solo comparte la manera de vestir); ella, la damisela del cuento de hadas, no espera a su príncipe, sino lo va a buscar; no tiene a los siete enanitos o los animalitos del bosque, solo tiene un séquito de cogoteros que le muestran su cariño cada vez que la ven (¡Toma que te doy que te sigo dando!).


Para sus seguidores y fieles, su canto es fuente de energía, tanta energía que necesariamente se debe expulsar en el acto. “¿Dónde estas?”, “¡No, no, no!”, “Ayuda, por favor”, y otros alaridos más (todos mezclados con muestras de dolor y llantos) funcionan como el silbato que usa un amo con su perro.


Tanta es la preocupación de su gente que no quiere que llore más. A 5 metros de distancia, tres de su séquito la miran, reflexionan y corren. Como espartanos de 300 (en este caso solo son 3) arremeten contra la damisela. Su cara se desfigura, su cuerpo se contorsiona y sus pies se elevan del piso para desplazar el anciano cuerpo unos centímetros más allá… Ahora el turno de la compasión: Calla #@%=°, fuera #@%=°, con&%#$°¬¬@. Gran amor con pocas palabras. La damisela se para levanta media aturdida, solo atina a llorar y luego se retira hasta desaparecer.


Los espectadores de tal salvajismo solo piensan en lo inhumano que llegan a ser los malandros de Vicky, sin embargo, no perciben que ellos son más inhumanos al verlo y no hacer nada. Claro, la compasión se puede demostrar de mil maneras, hasta con un tackle.

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