Viejos habitantes



Nota 1: El relato es ficción, se muestra una realidad llevada al extremo.

Cuando le pregunté a papapito qué son, sus ojos se inundaron de lágrimas, me recogió entre sus brazos y estrujó mi cuerpo con mucha fuerza. Me dejó a un lado y sacó un libro viejo de un mueble apolillado, lo puso sobre sus piernas, retiró el polvo que estaba sobre la tapa. “Animales salvajes”, decía, lo abrió y sus páginas bien conservadas despedían el olor de un libro guardado por mucho tiempo.

A mis 10 años muchos me consideran inteligente y despierto, ávido de conocer más, pero cuando vi aquella página descubrí que hay cosas, aunque no lo sean, que nunca conoceré y veré. A diferencia de mi papapito que tenía más de 110 años, yo no sé nada. Recuerdo una vez cuando escuché llorar a papapito, fue cuando tenía 7 años, lloraba mientras veía la televisión, pensé que era porque papito se había ido al cielo, pero hasta hoy no lo supe.

El día anterior, la maestra dio clases de historia ambiental y nos dejó la tarea de investigar sobre los animales. Era un curso recién creado en el colegio y como siempre les pedí ayuda a mis papas. Abrió el libro y había una foto de unas personas. “Esto no” le dije, “un momento”, contestó. La siguiente página tenía un mapa con grandes continentes y un gran bloque de hielo, me sorprendió, eso no lo conocía y con el mismo asombro del mapa recorrí cada página del libro.

Pensé que sería fácil, pero cuando vi la tercera página un sentimiento me invadió. Una foto de un peluche que llaman “oso”, de color blanco y negro, estaba comiendo una gran vara verde. Debajo de la foto: Oso Panda –China. No sé cuando existió ese animal, pero parecía más joven que los dinosaurios (a ellos si los conocían), ni cuando los tuvo China; solo sabía que por alguna extraña razón no los iba a ver nunca. Un gran pez que llamaban tiburón, un humano peludo llamado gorila, uno inmenso llamado elefante, a otro le decían cocodrilo, a una ave que no tenía alas la llamada pingüino y muchos otros que no conocía. Creí que los animales eran el perro y el gato (… y unos pocos mas), me equivoqué.

Al final del libro el símbolo de una organización ocupaba toda la página. Papapito posó sus dedos arrugados el dibujo, se dirigió una vez más al mueble viejo y sacó una insignia despintada y oxidada… Ha pasado un año, papapito se fue con papito; al principio me sentí triste y el único recuerdo material que me dejó fue esa vieja insignia que parecía importante. Papá me dijo que era importante para mis papitos y busqué en la red el por qué.

A mis 25 años se me considera, junto con los de mi generación, alguien importante para la preservación de este planeta. Particularmente no lo creo, hace ya más de 100 años un grupo de personas deseaban dejar un buen planeta para sus hijos, mis papitos formaban parte de ellos, sin embargo el vicio de algunos y la indiferencia de muchos redujeron a casi nada sus esfuerzos. Tengo 25 años y cuido de los pocos especímenes que quedan en la Tierra… solo deseo una cosa: que mi hijo observe los quedan, felizmente solo faltan 3 meses.

Nota 2: Los animales mencionados se encuentran en peligro de extinción.