Adiós compañero



Y escuchó los llantos de unas niñas, dejó la computadora y a paso de tortuga fue al cuarto de las niñas. Encontró tres chiquillas que intentaban ahogar lagrimas en vano, no preguntó qué pasaba y las miró por un buen tiempo. Solo podía imaginar el motivo, y después de 10 minutos lo supo.


Durante su existencia escuchó 5 veces aquello que no deseaba escuchar. Pensó que era la muerte y no estaba lejos de la respuesta. No, no fue la perdida de un ser humano, pero aún así fue la perdida de un familiar. Fue el fin de la existencia de aquel que llegó a su hogar y obtuvo un cariño incondicional.

A diferencia de las niñas, él lo conocía solo de vista y si podía se le acercaba, pero jamás lo tocaba. Un día fue a visitarlo y estaba llenó de golpes, sus amigos lo habían traicionado, su padre y hermana trataban de salvarlo, lo recuerda porque vió en su rostro el dolor, la desesperación y finalmente el goce, parecía que había abandonado toda esperanza de quedarse con su familia. De pronto, nadie lo creía, él alzó su robusto cuerpo y comenzo a agradecer a los lo asistieron. La recuperación fue larga e infernal, pero finalmente volvió a correr con sus hermanos. Y así los días felices volvieron.
Él estaba feliz, feliz de ver que esa quinta tragedia se alejaba. Las dos últimas veces que lo escuchó, sintió como la rabia nublaba su razonamiento y como la impotencia lo volvía incapaz. Sus hermanos fueron de viaje y jamás regresaron, miles de enemigos lo atacaron a la vez, sus cuerpos no resistieron y sucumbieron, junto a ellos los momentos felices que él preparó para los días siguientes.
Pensó que era una broma, pero nunca lo fue. Dijeron que después de almorzar, salieron a jugar y después del ocio solo las niñas volvieron a casa. Preocupados por el retrazo del ser querido salieron a buscarlo y lo hallaron. Una sola palabra: Macabra. Sus amigos lo traicionaron por segunda y última vez, con la mirada vacía, tenía los ojos fijos en el cielo. Todo intento de salvarlo fue en vano y las lagrimas inundaron las almas de quienes miraron aquella escena...
Escuchó cada palabra del relato, se sentó al lado de una de las niñas y quizo llorar, pero ninguna gota se asomaba. Solo pensaba en los momento que pudo tener al lado de su primo. Al lado de Rufus, su primo adoptado de cuatro patas.

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